Contemplar las naturalezas y texturas de nuestra Vida, no sólo desde el pensar, pero con una atención y los sentidos abiertos hacía la vida es una invitación que sólo uno puede hacerse. Pocos, en medio de todas nuestras búsquedas, acudimos a la vida biológica como fuente de sabiduría real.
La Vida juega a diferenciarse de maneras infinitas, habitándonos y rodeándonos como núcleos de conciencia y de capacidad individual y conectada al resto de la vida.
Aquí, apunto un “Dilema de la Salud y del Aprendizaje.” ¿Cuál podría ser el interés en aprender más aún sobre la salud y el aprendizaje si ya casi todos tenemos años escuchando todo tipo de teorías sobre estos temas? ¿Qué estamos proporcionando? ¡¿Y qué del color de la nieve?!
Hay refranes que siempre hemos escuchado desde nuestra edad más temprana como si fueran verdades. Nuestros bisabuelos no habrían hecho y tampoco se habrían comido esos refranes. Pero, como «modernos,» no sabemos mucho de los bisabuelos, ¿verdad?
Aquí los refranes son refranes. Si los repetimos es para prestar atención a ellos y luego a la vida para ver si compaginan. Aquí hablamos VIDA con sensatez, es decir, de la Vida al alcance de nuestros sentidos. Precisamente estos sentidos que están bien atrofiados con toda la programación escolar, religiosa, televisada que hemos recibido.
Estamos aún en el roce de este dilema: que para vivir una salud “mejor” habrá que no sólo aprender algo distinto, habrá que aprender a aprender de manera distinta y desde nuestra propia vida sin reducirla en abstracciones.
Es TU vida. ERES vida. Para aprender algo distinto y de manera distinta, con con-ciencia, co-herencia, conexión y capacidad, vamos a necesitar de un estado de salud que está careciendo hoy en día en todos niveles de “la sociedad.” Y no es suficiente.
También, y de pronto, nos tocará darnos cuenta de cómo hemos aprendido a aprender… sin aprehender… O sea, el curioso tema de la nieve negra.
El mercado de cursos, talleres y aprendizajes está lleno de ofertas de “cambiarnos la vida.” Aquí el propósito es distinto y sorprendente: vamos al encuentro atento con nuestras Vidas para observar las naturalezas en juego en Ella, mucho antes de pretender «cambiarla.»
Aplicamos una atención detenida hacía lo que tanto quisieramos cambiar; en nosotros mismos, en “nuestra vida,” y en el mundo, y los hábitos, las posturas y el lenguaje que rodean estas pretensiones de “cambios.” Empezamos a notar los resultados verdaderos en nuestra realidad. Verlo primero y detenidamente, relajando todo el lenguaje justificador, acusador y moralizante y los esfuerzos de cambiar “algo” con lo cual seguido nos hemos relacionado siempre desde “el deseo de un cambio” y poco desde el entendimineto de su naturaleza, sus funciones y la evolución de lo que tanto quisiéramos cambiar en un tejido vivo y relacionado de consecuencias.
Poco a poco descubrimos texturas y distinciones sorprendentes y muy terrenales en nuestro vivido; las palabras que usamos todos los días. Poco a poco empezamos a ver lo que está justo bajo nuestra nariz y que aprendimos a ignorar. De repente descubrimos que la vida es muchísimo más curiosa de lo que nos imaginábamos. Empezamos a ver cuánto nos distanciamos o nos acercamos a lo real, lo que vive y lo que vivimos más allá de todas las ideas que nos fueron inculcadas sobre casi todo.
Todo Aprendizaje Ver-Dad-ero es Auto-Aprendizaje. Requiere de la disposición de VER, OÍR y SENTIR lo Vivo y Real, Sin Enmascararlo. La VER-Dad se encuentra desde la valentía de VER, y de VOLVER-A-VER, y NO de tapar lo Visto y lo Vivido con explicaciones precocidas. Después de años y décadas de asumir y cultivar nuestra habilidad de VER, nos volvemos VER-DAD-eros y, tal vez, los seres amados que nos rodean tendrán el gusto de una compañía capaz de guiarles y aconsejarles VER-DAD-eramente.
Tomamos conciencia de estas “visiones” del mundo que nos fueron inculcadas en una cultura que pretende que “vamos a aprender sobre el mundo” con un uso limitado de nuestros sentidos y principalmente por representaciones mentales y lingüísticas. Empezamos a notar las huellas y las consecuencias de nuestra largo e insistido adiestramiento a «aprender» desde el no-sentir, desde la prohibición de toda iniciativa propia, desde la ausencia de deleite, desde la no-libertad, el sometimiento, y empezamos a descubrir que toda nuestra falsa «educación» nos enseño dos cosas, principalmente:
1) a repetir todas las conclusiones precocidas – que sean las «oficiales,» o las «opositoras,» pero siempre citando «expertos» sobre temas que nunca examinamos detenida y sensiblemente por cuenta propia.
2) Y nos volvimos inmunes al aprendizaje verdadero en contacto auto-iniciado con la VIDA-MISMA y, en la suma mayoría de nosotros, para el resto de nuestras vidas. Como si, para desarrollar una “visión” del «mundo» no nos hicieran falta, ni nos fueran de ayuda, nuestros ojos.
Esto constituye la definición del estado disociativo del hipnosis: el de «estar» en una «realidad» a la cual le falta una característica de la verdad y la realidad: la existencia misma, viva y sensible.
Ya desde una edad más y más obligadamente temprana, se pretende “escolarizarnos” dentro de edificios y por medio de una literal in-strucción (del Latín instruere: del prefijo in-: «hacía adentro», struere: «juntar, amontonar,» -ción: «acción de»).
Pretendemos “saber” algo por adiestramiento a repetir conclusiones, conceptos y opiniones “correctas” y ajenas, sobre “la realidad” no-real, y en la casi total ausencia del uso de nuestros sentidos y con ausencia de lo que pretendemos aprender. Fascinante proceso disociativo, con el cual se pretende “enseñarnos” algo sólo por representación de ese algo.
De las personas instruidas, es decir, las personas que tenemos un amontonamiento de ideas desligadas y disociados que nos fueron im-puestas desde afuera hacía adentro, y desde la escuela del “jardín” (curiosamente sin jardín), durante toda la primaria, la secundaria y durante toda una carrera universitaria incluyendo, por ejemplo, la médica, pocos nos imaginaremos o dudaremos de que nunca fuimos educados y que nunca fuimos a la escuela.
El propósito de que nunca fuimos a la escuela, para muchos, sonará medio escandaloso. Pronto vas a entender la realidad que apunta: una relación directa con la realidad y no sólo con sus representaciones y representantes. Nos instruyeron que somos “modernos”. Aprendimos a olvidarnos de que participamos todos de tramas biológicas, culturales, lingüísticas, ancestrales, geográficos, relacionales, familiares y sociales muy largas y que estamos equipados para conocerlas de primera mano. Hace cerca de nueve mil años que andamos con esta pretensión de “modernidad.”
Pocos imaginamos cual podría ser el sentido de esta maravillosa palabra “escuela” y mucho menos que las instituciones que hoy en día se llaman “escuelas” son su perfecto contrario. Más bien se llamarían cárceles sensoriales e instructivas.
Para ubicarnos un poco en la trama del proceso instructivo escuchemos a algunos de los arquitectos de la “instrucción pública”:
En su libro “The Impact of Science on Society” (El Impacto de la ciencia sobre la sociedad), editado en 1951, Bertrand Russell habló con candidez. Consíderemos que escribió esto en 1951, citando a Johann Fichte (1762-1814) , el arquitecto del sistema de instrucción “escolar” pruso que visaba a poner fin a la creciente cultura de lectura, de capacitación y de autonomía de los pueblos alemanes. Fue explícito en su intención de crear un “ciudadano” al mismo tiempo útil e incapaz de llegar a una visión coherente de su mundo más allá de una relación utilitaria y precaria con ello. El modelo de educación “pública” que Fichte diseñó para Prusia, y que Russell ayudó a implementar científicamente en Gran Bretania, también ha sido implementado en todos los países “democráticos.” Hoy estamos 64 años después de Bertrand Russell, otro de esos “grandes pensadores” según el catequismo oficial anglófono:
“La fisiología y la psicología nos abren campos de técnica científica en los que solo falta desarrollo. Dos hombres magníficos, Pavlov y Freud, han puesto ya los cimientos. Y no acepto la idea de que estén esencialmente en conflicto, aunque haya dudas sobre lo que se puede construir encima de esos cimientos que han puesto. Creo que la materia que será más importante políticamente es la psicología de masas… Su importancia ha aumentado enormemente gracias a los métodos modernos de propaganda. De ellos, el más influyente es lo que llamamos “educación escolar”. La religión tiene su papel, pero está disminuyendo; la prensa, el cine y la radio tienen un rol cada vez más destacado… Se espera que dentro de un tiempo cualquier persona sea capaz de convencer a cualquier otra de cualquier cosa, siempre y cuando se pueda empezar con el paciente cuando es joven y el gobierno provea la financiación y el equipo necesarios.”
“La disciplina progresará más rápidamente cuando esté bajo los auspicios de una dictadura científica… Los psicólogos sociales del futuro tendrán varias clases de alumnos en los que podrán intentar producir, con métodos diferentes, la convicción inquebrantable de que la nieve es negra. Pronto llegarán a varios resultados. Primero, que la influencia del hogar es obstructora. Segundo, que no se puede hacer mucho si el adoctrinamiento no empieza antes de los diez años. Tercero, que las directrices a las que se les pone música y son cantadas resultan muy efectivas. Cuarto, que opinar que la nieve sea blanca debe mostrar un gusto mórbido por la excentricidad… El trabajo de los científicos del futuro es perfeccionar esas máximas y calcular cuánto costará hacer que los alumnos crean que la nieve es negra, y cuánto costará convencerlos de que es solamente gris oscura.”
“Aunque esta ciencia se estudiará con diligencia, será estrictamente confinada a la clase gobernante. Al pueblo no se le permitirá conocer que sus creencias fueron generadas. Cuando este método se haya perfeccionado, y haya habido una generación de control sobre la educación escolar, el gobierno tendrá la capacidad de controlar a sus sometidos firmemente, sin necesidad de ejército o policía.”
Con tanta in-strucción pasamos nuestras vidas buscando un “sentido” a nuestras vidas muchas veces sin intuir que el uso de nuestros sentidos podría servirnos en tal propósito.
Solemos no darnos cuenta de la profunda verdad que se esconde por detrás de este término “moderno” (del Latín modo “justo ahora mismo” ) que abrazamos como una identidad «progresiva» ignorando casi por completo su sentido de persona desligada de su legado de conocimiento biológico, histórico y ancestral, reducido al “justo ahora mismo,” insertados en una trama que ignoramos casi por completo.
Sería muy fácil leer lo anterior como una condena de la instrucción y de sus frutos. Sería muy fácil leerlo y/o condenar lo anterior como una negación de los millones de personas instruidas y dedicando nuestras vidas a mejorar la vida de nuestros prójimos de la mejor manera que podamos. Sería malentender nuestro propósito. Aquí prestamos atención. La vida se orienta desde la atención, no desde algún “remedio” pre-cocido o de siempre rechazar una mirada detenida, paciente y sensible en realidad, sin inmediatamente buscar ya otro «remedio cósmico» e impotente en realidad.
El “moderno” es un ser curioso. Los que nos reinventan nuestro lenguaje constantemente nos llaman de “recursos humanos.” Estamos tan enajenados del mismo lenguaje que usamos que ni siquiera registramos el sentido de “recurso humano.” Sabemos muy bien lo que pasa a un “recurso natural” cuando termina siendo “empleado.” ¿Cuál sería el destino de un recurso humano “empleado” por tales organizaciones corporativas y gubernamentales? Fichte y Russell nos indican el proceso sin remordimientos.
Un “moderno” es el fruto de artimañas y de ciencias milenarias. El “moderno” con su capacidad de ignorar, casi por completo, la amnesia no-hablada que subyace esta palabra “moderno” de latín modo – “justo de ahora mismo” es poco moderno. Más bien es el fruto perfecto del feodalismo y de procesos de esclavitud. Abraza sus innumerables programas. Los defiende porque ha sido programado a identificarse con lo que «piensa» sin necesidad ninguna de comprobar y referenciar su «pensar» con lo que existe en la realidad sensible. Programas de estudio. Programas de tele. Programas de música. Programas de empleo. Programas de diversión. Programas de vacaciones. Programas religiosos. Programas de ejercicio. Programas médicos. Programas de vaccinación. Programas sexuales. Programas sin-fin.
Eventualmente, un recurso humano de alto alcance llega hasta generar sus propios programas auto-definidos. Pero nunca se detiene lo suficiente para notar que anda siempre programado. El ápice de la cultura de recurso humano aprende a esclavizarse por iniciativa propia.
Los modernos están desarraigados del Suelo y del relacionamiento directo con la Comunidad de Seres Vivos que nos sustentan, más y más, desde su sometimiento a una mecanización crecientemente totalitaria que refleja la nuestra.
No sólo nos olvidamos de la trama de nuestra aventura humana, seguido reclamamos el derecho a ignorarla. “No tiene nada que ver conmigo.” El hombre “moderno” es un fenómeno neolítico. Esto lo esclareceremos luego.
Hemos aprendido a afirmar o a negar algo, por ejemplo, el “modernismo.” Te estoy invitando a simplemente mirar, a curiosear, por decir. Mira con curiosidad, como una aventura auto-antropológica. Pregúntate: ¿Porqué hay tanta divergencia entre los significados de las palabras que yo uso y sus sentidos etimológicos y arraigados en un mundo real? Muchos me contestarán, «sí pero el idioma evoluciona.» Sí, es exactamente de eso que hablan Fichte y Russell arriba. Todas las pretensiones «evolutivas» y «revolucionarias» no solamente llevan a manadas de recursos humanos por millones, pero también tienen sus arquitectos, sus programadores.
¿Vives en una sociedad en la cual la mayoría de la gente con la cual te relacionas pasan horas delante de la televisión? De ahí sale el lenguaje, los significados y los valores que se hablan entre la gente de la calle.
La próxima vez que estás delante de una televisión te invito a hacer un estudio con los “programas” allí. Ponle que tengas 50 canales.
Primero te sientas con los pies bien conectados al piso. Respiras bien relajada y conectivamente. “Conectivamente” significa que cuando llegas al fin de la exhalación empiezas a inhalar ya, suave y relajadamente. No te disocias en esos espacios en medio de la inhalación y exhalación para este ejercicio. Pones atención en tus hombros y los dejas caer hacía el piso. Mueves tu cabeza encima de tu columna y puedes imaginar que toda tu columna es como un tallo flexible en una brisa cálida y leve. Disfrutas de tu estructura y juegas con sus posibilidades de apoyo para ti con mínima tensión y esfuerzo. Sintonizas tu estructura VIVA y receptiva. Sintonizas tu canal VIDA. Y te propones hacer un estudio “antropológico” de tu cultura desde tu organismo.
Luego prendes el televisor. Primer canal. Notarás que muchos canales hacen representaciones humanas. Es decir, de todas las demás expresiones de vida, el enfoque en la tele seguidamente es lo humano y caricaturas de lo humano. Bien. ¿Cuáles son las cualidades humanas que se representan en la pantalla? Cualidades, no evaluaciones. Luego, toma nota de las cualidades de lo que sientes en tu cuerpo, tu organismo, como receptor de un reflejo de humanidad en la pantalla. Bien. De 5 a 15 segundos por canal. Hazlo lo más rápido posible, máximo 5 minutos.
Hay programas que te alimentan imágenes supuestamente de «tu» humanidad. Y, sí pasas horas diarias con esas imágenes tu neurología incorporará, integrará y se moldeará a esas imágenes.
Hay opciones de vida más amplias que las de llegar a conclusiones y opiniones y juicios rápidos, destartalados y defensivos. Podemos jugar en vida. Si entendiste lo que se planteó en nuestro artículo sobre la perfección, entenderás que habitas un mundo perfecto, es decir “hecho en su totalidad por su totalidad.” No un mundo ideal. No un mundo imaginario. Un mundo coherente y consecuente que muchos hemos sido adiestrados a navegar desde la incoherencia y la inconsecuencia, es decir, sin tomar en cuenta esta naturaleza perfecta, otra palabra para la cual su sentido ha sido remplazado por un significado casi perfectamente antónimo a su sentido.
Es fácil entrar en polémicas. Es fácil llegar a conclusiones y formulas decisivas y concluyentes. Seguido percibimos cualquier propósito desde la defensiva o la ofensiva. “Está bien” o “está mal.” Es fácil abrazar o rechazar lo que leemos aquí sin prestar atención a las naturalezas de lo que tan facilmente abrazamos o rechazamos.
El propósito aquí es distinto y delicado. Empezamos con prestar atención a cómo prestamos atención, a lo que decimos, a nuestras «convicciones inquebrantables.»
¿Qué es “aprender” algo, por ejemplo? ¿Basta escuchar y tener la capacidad de repetir lo que se escuchó y luego opinar sobre aquello para aprender algo? ¿O habrá algún referente, alguna autoridad más allá de mi opinión o de otra opinión “experta” según los criterios míos de quien considere “experto.”
Experto viene del Latín experitus- “que tiene experiencia.” Aquí experimentamos y tomamos posesión propia de nuestra conciencia, de nuestras capacidades y de nuestros hábitos de vida.
“Algo” nos está pasando como humanidad y como individuos dentro de estas sociedades «modernas» y programadas. “Algo” nos está pasando en nuestras vidas biológicas, sociales, económicas, intelectuales, sensoriales,políticas y relacionales. “Algo” te pasa a ti. “Algo” me pasa a mi. “Algo.” Y de ese “algo” mucha opinamos y poco prestamos atención. Una manera de experimentar lo que nos está pasando es prestar atención a lo que está pasando a otras formas de vida sujetas a nuestras vidas humanas. Porque la vida es coherente.
Tenemos cantidades de definiciones de y remedios para estos “algos.” Hemos sido instruidos muy hábilmente a repetir estas definiciones adquiridas y a recomendar los remedios recomendados junto con ignorar los resultados que estamos teniendo.
¿Qué otras opciones y posibilidades podríamos ejercer y cómo?
Aquí arrancamos con el propósito de prestar atención a las naturalezas de estos “algos” en nuestra naturaleza, empezando con nuestras naturalezas celulares y sensoriales. Queda la opción de entrar en algo que para la suma mayoría de nosotros nos ha sido prohibido, en un primer tiempo, a la fuerza y, a lo largo, por adiestramiento cultural:
La escuela.
La escuela clásica, no es un edificio si no la trasmisión de los artes y de las ciencias de prestar atención y de actuar en coherencia con la realidad de un mundo poblado de naturalezas dinámicas. Desde hace unos miles de años, la verdadera escuela, del griego scholé– “ocio, tiempo libre,” fué prohibida a los siervos, a los sometidos, y la instrucción estatal obligatoria es una manera muy hábil de asegurar que casi nadie descubra el temple de un aprendizaje clásicamente escolar.
Una persona que para y presta atención se va a dar cuenta de muchas cosas que no son convenientes para las castas rigentes y mistificantes; los que pretenden que porque se ganaron un título mágico que tienen una expertisa distinta a la tuya sin necesidad de preguntarse ¿cuál expertisa? y ¿a base de cual, cuanta y que tipo de experiencia?
La instrucción es todo lo contrario de la escuela: en las instituciones de los hoy llamados “ciudadanos” y “recursos humanos,” se prohíbe a los alumnos el contacto coherente con su mundo, con sus sentidos y con sus inteligencias múltiples e incorporadas, con sus capacidades y se prohíbe al alumno la posesión de su propia atención. Estamos viviendo en culturas “modernas” en las cuales es posible llegar a los 18 años sin ninguna capacidad de responder a las capacidades más básicas de sus vidas. ¿Capacidad económica? Casi nada. En vez de aprender aprehendiendo el mundo, se “aprende” por representación.
Pensamos que las escuelas son esas instituciones de instrucción en las cuales nos programaron a “saber” y a “repetir” conclusiones ajenas de “expertos” con muy poca experiencia aparte la de también haber «aprendido» a «repetir» conclusiones de otros expertos. Un alumno pasa las horas de su día con menos libertad de expresión, conexión, conciencia y movimiento que un preso en una cárcel de máxima seguridad.
Me sorprendió descubrir el sentido de esta maravillosa palabra de escuela tan básico y fundamental a nuestra real-ización como seres humanos. La educación de un ser humano, que se realiza desde y dentro del verbo ser, o sea, dentro y desde lo que ES, y en relación, sobre años y décadas, con un maestro quien lo lleva al inicio de las naturalezas de las cosas, al inicio de su atención, al inicio del vocabulario que usa para definir su mundo y al inicio del proceso por el cual aprendió a usar esos términos y por quién y a qué fines, es muy distinta a la instrucción mistificante y disociativa de la hoy—llamada “escuela.”
Nuestros grandes secretos se esconden en el sentido ignorado de las palabras que usamos. Y aunque nos estemos comunicando en romano vulgar, es decir castellano, un idioma desarrollado para mistificar a los súbditos de los muchos imperios romanos, desde hace miles de años hasta hoy en día, como todo idioma tiene raices en una realidad terrestre, terrenal y con sentido. Para descubrir estas raíces hay que ir a la etimología (del griego etymos- verdadero y logos-palabra) es decir, a la “palabra verdadera.” Para entender la naturaleza de lo verdadero, o etymos, nos ayudará entender que etymos tiene su raiz en el verbo esse, del Indo-europeo es y que significa ser, poder, presente . Lo verdadero, en este sentido, no es sólo una idea, ES algo que ES, es la realidad dotada del PODER de SER, de PRESENCIA, algo verdadero y no ficticio, ideal o imaginario.
Volvamos y entremos a la escuela, del griego scholé ocio, tiempo libre.
La escuela es para los libres, los que disponen de su tiempo y de sus conciencias, de su ocio, del latín otium, descanso, facilidad. En la Grecia clásica, por ejemplo, el 83% de la población eran siervos y esclavos. Las escuelas les eran prohibidas, pero muchos recibían instrucción hasta instrucción de muy alto nivel. Pero no la escuela. La instrucción se hacía en edificios cerrados. La escuela se hacía peripatéticamente, es decir ambulando, en la ciudad, el mercado y en la vida.

La escuela es una relación con la vida prohibida desde hace milenios a los siervos y a sus descendientes, tanto en las sociedades dichas “democráticas” como en las sociedades feodales.
Mira y escucha a tu alrededor y lo que tu mismo dices. ¿Quién dispone de su propio tiempo, de su propia atención sin hablar de su conciencia? ¿Quién se lo permitiría? ¿Quién tiene tiempo libre, descanso o facilidad? ¿Quién se lo permitiría, aunque fuera por 5 minutos diarios?
¿Quién dedica tiempo a educarse? de ex fuera ducere, del indoeurope deuk guiar, es decir, guiarse, detenidamente, con facilidad y descanso afuera en su mundo, y afuera de su marco instruido.
Riqueza Vital es para los que se atreven a entrar en la escuela de su propio ser,el verbo y cultivar su expertisa en sus múltiples expresiones con el PODER de SER y SABOREAR en el PRESENTE.
¿Qué tiene que ver todo esto con TU Salud y TU Aprendizaje?
Quédate un momento con la pregunta.
“Cuando el sabio apunta a la luna con el dedo, el necio se queda mirando el dedo”. Proverbio chino
En una escuela verdadera no se recibe instrucción. Es otra la invitación: la de pararse y prestar atención. Como personas instruidas, solemos tomar la invitación a la escuela como otra instrucción más, otras fórmulas, otro vocabulario para adoptar, otra «cosa para hacer.»
Muchos están en una búsqueda de “algo” en sus vidas. Pero no nos imaginamos que somos nosotros quienes estamos faltando. Creemos, esperamos, y pedimos. ¿Quién nos ha sugerido de simplemente parar, ver, vivir, sentir y capacitarnos desde nuestro cotidiano? No nos imaginamos que ya estamos en una tremenda aventura. Una aventura iniciática empieza aquí, en donde estoy. Este es mi inicio. Este es el momento y el lugar en donde la vida milenaria, evolutiva y ancestral está brotando.
La educación es muy distinta a la instrucción. Quien nos invite a la escuela nos guía afuera hacía una mirada detenida hacía el mundo, para entenderlo con nuestros sentidos, para prestar atención. Y nos guía desde afuera hacía una observación de cómo operamos como seres vivos y seres cultural y relacionalmente programados. Entendieron muy bien que cualquiera persona que se haya tenido que adaptar a una cultura que degrada la vida habrá tenido que desarrollar tremendas defensas en contra de su propia con-ciencia natural y sensorial – su capacidad de conocer con, empezando con su con-ciencia propia, con nuestra capacidad de conocer con lo que somos.Sin eso no tolerarías doce años en las cárceles sensoriales a las cuales etiquetean de «escuelas» sin terminar en un manicomio o una cárcel. No tolerarías una relación con un «maestro» que te exija permiso ajeno para ir al baño, por ejemplo.
Alguien que nos inicia nos guía fuera de nuestros marcos lingüísticos y culturales con los cuales representamos las naturalezas del mundo. Llama nuestra atención a nuestras descripciones de todo y las naturalezas que pretenden describir, lo que ES. Nos enseña nuestros artefactos y nuestras alucinaciones culturales. Pero el fruto del enseñar de un maestro de una escuela verdadera sólo aparece cuando el alumno se educa, se guía fuera de su propio marco y empieza a enseñarSE y prestar atención a su forma de relacionarse con su vida, su inteligencia, su capacidad y los demás. Otra forma de decirlo es que la escuela verdadera sólo aparece cuando el alumno para y presta atención y SE guía a hacerlo desde SU vivido.
¿Cuando Fichte, en la citación de Russell, habla de “Los psicólogos sociales del futuro tendrán varias clases de alumnos en los que podrán intentar producir, con métodos diferentes, la convicción inquebrantable de que la nieve es negra” ¿crees tú que hablaba realmente de la nieve?
Podemos tomar todos los grandes conceptos que nuestras mentes instruidas a la moderna abrazan y buscar sua sentidos verdaderos y entenderemos exactamente a qué iba Fichte cuando dijo que iba a implantar la convicción inquebrantable que la nieve es negra. Y queda claro, cuando uno empieza a leer los escritos de estos “pedagogos” de imperios y naciones, que sus visiones no eran de liberar a los ciudadanos si no de perfeccionar una esclavitud establecida impuesta y reclamada desde adentro.
Escuela, instrucción, educación, perfección, sentido, significado, moderno.
Son palabras que has usado toda tu vida, ¿no?
Tu lenguaje es la nieve de Fichte.
Hablamos de “salud” y “aprendizaje,” dos abstracciones totales. En lo real estamos hablando de nuestra relación con y nuestra conciencia de nuestra vitalidad, con nuestra inteligencia y nuestra relación con vivir, el verbo.
¿Inteligencia?
¿Qué color de nieve es esa?
“Para los que ven, hablan sus ojos.
Para los que no ven, hablan otras bocas.”
Proverbio Latgawa-Takelma
Durante más de seis años intenté recobrar mi salud evitando toda “la nieve negra,” tal y como había sido instruido durante mis décadas de enfermero “experto” en cuidados intensivos y practicante y estudioso de prácticas de medicina y salud oriental de muchas décadas. Al final de esos seis años de sufrimiento no me quedó otra opciones que, o «entrar al sistema médico como paciente» o pararme la «nieve» de mi salud y ver su naturaleza. Descubrí, a mi gran sorpresa, que la nieva no sólo era blanca pero que era de muy mal gusto decirlo.
No quiero convencerte que la nieve es blanca o que puedes despertar tu salud, tu inteligencia, tu riqueza o tu capacidad. Te toca a ti parar y prestar atención y seguir las huellas de tus propias convicciones y cómo llegaste a ellas. En cuanto salud, se dice que una imagen vale más que mil palabras. Al final de esta entrada de blog te dejo una imagen de una membrana celular etiquetada con sus varias partes. Si lees las etiquetas y prestas una atención detenida, vas a encontrar mucha nieve que los “expertos” nos instruyeron que es “negra.” Curioso, ¿no? Y cuando te propones restaurar y/o fortalecer tu “salud,” los expertos te dicen de evitar y reducir tu consumo de “la nieve negra.”
No quiero ofenderte. Sólo quiero decirte que la nieve es blanca, es agua, es vida. Tú también eres vida. Vida capaz. Vida sabia. Vida sensible. Vida adaptativa. Y te digo que la vida es belleza y naciste para rebosar en lo que eres. Gracias.
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Ahora te planteo un mini-taller, auto-lidereado, sobre salud y la propaganda imperial que nos quiere convencer que «la nieve es negra.» He aquí un diagrama de una membrana celular. Te desafío con explorar e identificar no solo sus componentes más comunes, pero cuales son sus fuentes. Luego, compáralo con la propaganda médica de lo que dicen que es «sano» y «malsano» comer. Si lo haces, descubrirás algo. Si no lo haces… pues… ahí te esperarán los médicos. Un pueblo sano y libre se sana y se libera. Cosechan Semillas: de Sabiduría VIVA.

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